lunes, 19 de diciembre de 2011

Los Chimalapas, México, septiembre de 1929

Aquel medio día de septiembre, en la húmeda y selvática espesura de los Chimalapas un sonido peculiar alertó a José, un viejo curandero de la etnia zoque que recolectaba raíces para preparar medicina. El indígena miró hacia arriba y frente a la oquedad del tronco de un árbol enorme vio una guacamaya escarlata que regresaba al nido para alimentar a su polluelo. Aunque el hecho era inusual, ya que la época de crianza de esos vistosos pájaros es entre diciembre y marzo, el hombre supo de inmediato qué sucedía, durante unos minutos observó a la hermosa ave y luego continuó caminando por la serpenteante vereda que bordeaba el cauce del río.

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